01 agosto, 2010

Veinte.

Me gustaba el olor de tu piel, y tus abrazos me sabían genial. No me cabía en la cabeza el poder vivir sin ti, ni siquiera me lo planteaba. Tenía la estúpida sensación de que, si alguno de los dos se marchaba, ése serías tú. Y me dolería muchísimo. Ahora, me he dado cuenta de que sufría demasiado por ti, por tu comportamiento o por tus palabras. He conseguido separarme de ti un poco y ver mundo sin que esté tu mano cogiendo la mía y, sorprendida, me he encontrado con que soy capaz de estar sin ti. Claro, pero éso no significa que haya dejado de amar tu perfume ni tus brazos rodeándome.

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