29 junio, 2010

Rouyn-Noranda

Entonces, se dio cuenta de que pertenecía a ese lugar, que siempre debería haber estado allí, rodeada de esa gente maravillosa y aquellos paisajes utópicos que nunca dejaban de ser bellos, ni siquiera para los que lo tenían demasiado visto. Aquel sitio le encantaba porque nadie pretendía ser igual que otro, se regía por sus propias reglas y no por las de los demás. Era su ciudad, su pueblo. Sus alas se replegaban en esos lagos majestuosos y las sonrisas, las miradas de complicidad. Su libertad habitaba ahí, entre abrazos a escondidas y lágrimas que no salían. Y no brotaban no porque no hubiese pena, sino porque sabían que volverían a encontrarse. Sus caminos no se cruzaban ahí y ya está, se unirían más tarde, quizás en ninguno de los dos países. Habría una opción B, y otra C, y, por supuesto, una D. Seguramente, no regresaría; sin embargo, algo le susurraba que esos rostros gritarían al otro lado de la calle con gesto de reconocimiento, en alguna calle, en alguna ciudad. Con suerte, sus pasos la guiarían de nuevo hacia Rouyn-Noranda. 

27 junio, 2010

Sácate una foto conmigo.

Cogí tu cara entre mis manos y te besé. Rocé aquellos labios que siempre sabían tan bien, que no tenían rastros de bosques ni de senderos, que tampoco sonaban como los lagos ni saltaban con las cascadas. Esa sonrisa, que se adivinaba mientras nos movíamos con la música, no tenía nada que ver con el país que nos rodeaba y sentía, que nos hacía volar por encima de sus paisajes impresionantes. Yo no podía dejar de mirarte, pero siempre estabas demasiado atrás y, por eso, perdía el hilo de la belleza de un lugar. Yo sólo quería sacarme fotos contigo y tú, tú nunca estabas allí.

22 junio, 2010

Sin ti.

Recuerda que, cada sonrisa que te di, me sobraba al respirar tu aire, pero ahora me faltan. Esta atmósfera no es la misma, no está impregnada de tu olor en invierno, ni de tu olor de verano. Llueve, pero no caen tus lágrimas ni resbala tu ira, ni siquiera se divisan tus besos. El viento sopla, sin embargo, tus caricias no vienen, tu sonrisa no viaja a través del océano. Se queda parada y perdida a los veinte kilómetros recoriidos. Tengo una vaga memoria que te pasa por mi mente, que te enseña a mis ojos para que el deseo prenda y te eche de menos. No es duro buscar entretenimiento para dejar de pensar en ti, es difícil darse cuenta de que tener mi cabeza ocupada no va a hacer más llevadero el estar sin ti un día más.

20 junio, 2010

Canadá.

Era un lugar apacible, tranquilo y silencioso. Era un lago que no se movía con el viento, con árboles que se reflejaban en su agua cristalina, con el Sol brillando en cada insignificante parte de aquel sitio. Nunca me había sentido así. Era un sentimiento raro, mi cabeza me hacía pensar que, en realidad, aquella era mi casa, mi hogar. Lo curioso es que jamás había pisado ese lugar.
-Do you want to jump into the water? - me preguntó Amélie.
Su voz me distrajo y asenti rápidamente, por si la oferta se acababa en menos de tres segundos. El líquido caló todas las células de mi cuerpo y el frío me heló la sangre, pero fue una de las mejores experiencias de mi vida.

11 junio, 2010

Freedom.

Mi corazón latía debajo de mi pecho con ganas de salirse, con ambiciones nuevas y sueños todavía más grandes. Me iría lejos, huiría, pero procuraría estar lo más cerca de la libertad que pudiese. Me gustaba ser libre, sentir el aire cortarme la piel y el viento cantando en mis pulmones. Nadie me lo quitaría ya. Nunca más.

I'd never wish for anyone to feel the way I do

Las letras no dejaban de aporrear mi cabeza, hasta me dolía oírlas. Me temblaba el tímpano de lo alto que tenía los auriculares, y su voz se clavaba en mi cerebro. Mientras me metía entre las sábanas, pensaba en ti.

Good Bitch Night, Love.

Me voy a la puta cama, con mi puto drama, con mis putas lágrimas, con mi puto Canadá, con mi puto libro de Filosofía, con mi puto pijama, con mi puto corazón temblando, con mi puta ira, con mi puta sonrisa. Porque sí, esta puta noche, me llevo toda mi puta vida para que no puedas cogerla. Mi puta vida puñeteramente dramática.

Goodbyes

Llevaba un mes soñando con la despedida. La culpa fue mía, por pensar, por estar demasiado tiempo encima de las nubes. Adiós a ti también. Te echaré de menos. Es probable que hablemos del tiempo, de qué hacemos el uno sin el otro. No te prometo intentar pasarlo bien sin ti, no me entra en la cabeza. Sé que puedo ser fuerte, que puedo olvidarte si me lo propongo; sin embargo, no.

08 junio, 2010

Ocho días.

Ocho días caminando, andando sin parar por un camino que ya está escrito. No considero que las cosas pasen porque alguien lo diga pero, esta vez, estoy convencida de que nada va a cambiar. Queda una semana y un día, y no se ha tornado la situación a mejor. Discusiones, más frecuentes cuando el tiempo pasa, lágrimas, abundantes por la noche y soportadas durante la larga mañana, sonrisas, pocas, casi únicas, cansancio y estrés, estúpidas acciones que llevan a absurdas consecuencias. Si esperaba que fuesen las mejores jornadas del verano, me equivocaba. Canadá, espérame, que me voy contigo.

07 junio, 2010

'Huye', me gritaban.

Miles de voces en mi cabeza me gritaban de nuevo aquella frase que, hacía mucho, no repetían.
'Huye. Porque aquí no haces nada, porque molestas. Apártate del camino de los demás'.
Temía convencerme a mí misma, con mi estúpida debilidad y mi mente aburrida empeñada en hacerme la vida imposible. Y lo peor es que las creí, me di cuenta, otra vez, que ellas tenían razón, que era imposible luchar contra mis propias ideas, que me machacaban cada día y, al final, siempre ganaban la partida.

Nueve días.

Estoy ligeramente melancólica, con cierto sabor amargo en mi corazón. Se dice que el éste sólo se rompe o brinca de alegría. Pues el mío no es así, él no se fracciona, únicamente quema, arrasa todos los huecos de mi cuerpo mandando sangre ardiendo. No creo que sea por amor, esta vez no. Sinceramente, opino que está falto de algo, pero todavía no sabe qué. Es muy indeciso, y le gusta llevar las cosas al límite, esperar a que las preguntas se resuelvan en el último minuto que les queda para morirse de estrés y tristeza. Quizás esté, como decirlo, exagerada, aburrida, insustancial, agresiva, llorona, estúpida. Sin embargo, me encuentro mejor a mí misma así, con mi soledad encima y mis piernas temblando de miedo. Temo el avión, la sonrisa de bienvenida, los buenos días y, sobretodo, perder algo que se quede aquí, me da igual el qué. Deseo saber que cualquier cosa se quedará para cuando yo venga, en su sitio, sin moverse, sin alterarse.

Walk In The Sun

Subí el volumen y me enfrasqué de lleno en las letras, en esas maravillosas palabras que soltaba un tal Danny Jones. ¡Qué razón tienes! Cuánto camino por recorrer sin saber a dónde vamos. ¿Y por qué llevamos esta maldita piedra en el zapato, que cada vez que pisamos, duele más? Enséñame con tu voz a quitarla, a ir descalza y que los pies no me quemen al pasar por una arena que lleva toda la mañana a cuarenta grados celsius. Tú tienes algo en común conmigo. Nos gusta dar paseos hacia ninguna parte, debajo del Sol, que nos reseca la piel y nos da razones para quedarnos cerca de un oasis. Claro, que también puede ser que lo escribas para que cuatro niñas locas te sigan a través de tu estúpida carretera.

05 junio, 2010

Diviérteme, entretenme, pero no me dejes pensar en Canadá.

Cada vez tengo menos ganas de despegar los pies del suelo y echar a volar. Porque, ahora, hasta las discusiones saben dulce. Los besos se hacen insoportablemente necesarios y los abrazos son la razón por la que sigo aquí, recorriendo los días que me quedan anclada a mi mundo. Mi pequeño, asqueroso, estúpido y torpe mundo que, últimamente, se ha tornado mágico, maravilloso, increíble. Ha girado todo para formarse una especie de utopía iluusoria que no hace más que generar espejismos en mi mente que me permiten enumerar las cosas que perderé con ese avión. Sin duda, de todas esas insignificantes razones para quedarme, la que más daño va a hacerme, va a ser el no ver tus ojos con el brillo de la playa un día de irresistible Sol.

Salta conmigo.

Encontraba esto innecesario, un trámite que se podía saltar, como pasamos aquella valla para correr por ese campo que se nos antojaba increíble, de un verde que todavía brillaba recién cortado, con el rocío sobre él. Todo una burda utopía, una ilusión, una estúpida idea metida en nuestra cabeza. Y únicamente porque tenía sabor a prohibición, a libertad. Nos descalzamos y nos metimos de lleno entre las margaritas que comenzaban su despertar. ¿Por qué no hacerlo otra vez? ¿Por qué no me das la mano y damos el paso juntos de nuevo, aunque sea un obstáculo más grande, en busca de lo que perdimos hace días en el mismo lugar?

02 junio, 2010

Filosofía

Creemos en un todo que se acaba convirtiendo en eso, en un terrorífico nada. Porque nos fallan, nos desilusionamos y vemos la verdad que hay tras ese espejismo montado para que seamos capaces de llevar la contraria a nuestra cabeza, sólo para seguir un ilusorio impulso de nuestro corazón, que se guía por palabras que se lleva el viento y por su fanatismo a las cosas improbables, pero nunca imposibles. Porque, ¿quién no ha creído en algo que no se demuestra y tampoco es posible de explicar? Di que no has tragado una mentira porque no te gustaba cómo sonaba. Dilo, y te diré cuántas personas te creerían. Y no porque opinen que sea una invención fácil de desmontar, sino porque ellos, en el fondo, saben que también estimaron esa falacia como veraz en algún momento del camino.

Mi escondida felicidad y tu sonora sonrisa

¿Sabes que nunca, jamás, nadie me había hecho sonreir como tú lo has hecho? Porque vienes, con tu optimismo, me dibujas una sonrisa en esta cara de idiota que no sabe disfrutar de la vida, la pintas y te vas, tiras la piedra y escondes la mano, para que parezca que tú no has tenido la culpa. Sin embargo, siéntete culpable, porque tú eres el que reanima a suspiros a mi escondida felicidad.