30 enero, 2010

Consonantes.

Al fin y al cabo, da igual, se que seguirás ahí cuando el túnel se termine, dejando tu mano para posar la mía. He llegado a la conclusión de que eres una pieza que no podía faltar en mi rompecabezas, una persona única con la que conocer un mundo y, finalmente, conquistarlo.

Da pequeños pasos y avanza rápido.

23 de Mayo. Feliz Cumpleaños, Zeta.

Z no se esperaba esto, y N lo sabía. Llovía y N estaba sentada en un banco, con un paraguas negro tapando sus divertidos ojos. Tenía en las manos un regalo envuelto en flamante papel platedo y, encima, un pastel con una pequeña vela encendida. Z venía chapoteando bajo la lluvia, con el mismo pastel, pero con la vela apagada, y con un regalo plateado. Se tambaleó y N echó a correr hasta ella, haciendo que tanto el paraguas, como el regalo y el pastel se deslizaran por el suelo. La vela dejó de emitir luz, N pasó la mano de Z por el hombro y no la dejó caer.
"Gracias" recitó Z suavemente.
N empezó a preocuparse, la habitual alegría que Z destilaba ya no estaba. No conocía la razón, pero decidió que quien hubiera hecho que la sonrisa de Z muriera, debería pagar. La risa que Z regalaba a N no era aquella que era falsa, sino de verdad. Sin quitar el brazo que Z había pasado por sus hombros, N recogió le paraguas y el regalo del suelo, ya que los dos pasteles no estaban precisamente comestibles. Le entregó a Z el regalo. Respiró hondo y deseó que la gustase.

Estrellas.

La calle estaba vacía, oscura, sin vida. Las estrellas observaban curiosas mis pasos, yo, las devolvía la mirada, aguardando que alguna hablara, que me dijera hacia dónde tenía que dirigirme. Ninguna conversó conmigo nunca, seguía caminando, pensando en qué haría si tú ya no estuvieses. La respuesta estaba clara: esperar en silencio oír un latido de corazón parecido al tuyo, desear con todas mis fuerzas que no me hubieras dejado sola, abrazar mi cuerpo ansiando verlo recompuesto por la aterradora noche.

Tic, tac.

Recorría las calles sin encontrar nada, sabía lo que buscaba con tanta ansiedad, pero no podía permitirse caer una vez más. La manecilla del reloj se movía con rapidez a cada paso, dejando una huella todavía más profunda, más pesada. Continuaba corriendo, sin rumbo fijo, guiada por su corazón, a ninguna parte, las piernas parecían empezar a ceder, pero no paró. Él era lo importante, ella, sin embargo, carecía de importancia.

Te quiero, vete.

+Lárgate.
-¿Y si no quiero irme?
+Sería la primera vez.
-No es tarde para empezar.
+Nunca es pronto para nosotros. Jamás tendremos el 'sí' fácil que tienen todos, y todo por tu culpa.
-Yo diría que es por la tuya.
+¿Por la mía?
-Sí. Tú me has echo abandonarte todas esas veces.
+¿Qué?
-¿Estás sorda?
+Estúpido.
-Llorona.
+Vete.
-Por última vez, no.
+Ahora soy yo la que quiere que te vayas, ¿por qué no lo haces? ¿Por llevarme la contraria? Muy bien. Quédate.
-Lo que tú digas.
+¡VETE!
-Me quieres.
+Y tú que sabes.
-Me quieres.
+No te lo crees ni tú.
-Me quieres.
+Te quiero. Ahora, vete.

Empezando a escribir en un boulevard.

Las farolas brillaban a lo largo del paseo, iluminando el triste rostro que yo misma odiaba y portaba. No quería sentirme débil ante desconocidos que se mostrarían interesados en el porqué de mis lágrimas y más tarde se reírian de la pobre chica que compartía sus problemas en un boulevar perdido. Pero, para mi beneficio, nadie caminaba, sólo se oían mis sordos pasos bajo la luz mortecina, naranja y artificial de las bombillas del ayuntamiento. Necesitaba pensar, pero me negaba obstinadamente a dar un único hilo de mi pensamiento a aquel ser casi perfecto que se había despedido de mi vida sin ni siquiera echar la vista atrás para observar como caía sobre la superficie helada de aquel infinito lugar sujetando la pequeña pieza que aun quedaba de mi ya destrozado corazón..

Sólo recuerdos.

-Sé que no merece la pena seguir sintiendo algo, pero..¿qué puedo hacer?
+Yo que tú, olvidaría todo.
-Ése es el problema, no puedo.
+Nadie deja de abrazar recuerdos.. Nunca, Jamás. Pero sólo son eso, recuerdos, pasado. Nada más.
-No tienes ni idea.
+¿Eso crees?
-Sí.
+Está bien. No voy a discutir contigo. Nunca me escuchas.
-Claro que no. No pienso escuchar a la razón que una vez me hizo abandonar lo que más quería.
+Exagerada.
-Cállate.
(Dándose golpes en la cabeza)

¿Merece la pena?

¿Alguna vez has sentido que nada de lo que veías merecía la pena? Sigue cayendo la lluvia sobre la ventana, repiqueteando hasta que te mareas de darle tantas vueltas a un asunto. El sol está fuera, es mediodía y continuas en la cama. No tienes ganas de levantarte. Porque cada día trae un error consigo, te convences.

27 enero, 2010

Sigue respirando.

¿Quieres que sonría? Lo haré. Pero no por ti, sino porque lo necesito, soporto esta vida sólo porque alguna vez asoman mis dientes entre mis labios. La mayoría de las veces lo hacen porque así lo sienten, otras veces no. Pero da igual, porque al fin y al cabo, es algo por lo que seguir respirando.

La locura.

La locura es parte de mí. No puedo echarla. Porque, aunque parezca mentira, la he cogido cariño. Es algo que se que nunca me abandonará, que siempre estará conmigo. A veces ni siquiera nos soportamos, cuando intento ser otra y me pongo seria. Pero ella me ayuda a pasar los malos ratos conmigo misma. Ella me arranca la sonrisa cuando no tengo ganas ni de esconderme entre las sábanas.

En un vaso de agua.

Me he cansado de mirar por la ventana y ver que hace sol, que todo es perfecto bajo los rayos de luz. Es increíble como pasa el tiempo sin nadie a tu alrededor. Giras la cabeza y observas el vaso vacío en la mesa de tu habitación. Nunca estuvo lleno, pero ahora parece abandonado por alguna sustancia muchos años atrás. Sientes como tus fuerzas van bajando por su cristal, y pides ayuda, y recuerdas que no hay nada contigo, ninguna mano te sacará cuando le pongan un tope a tu libertad.

Tu felicidad.

Hay veces en las que no sabes si reír o llorar. Entonces, debes dibujar en tu boca la sonrisa más grande y, si no hay nadie para abrazarte, hacerlo tú. Porque tienes que aprender que la felicidad no te va a salir sin que hagas esfuerzo. Además, ¿cuántas veces te he dicho que quiero ver como tus dientes brillan entre la gente?

No puedes volver.

Parece tan fácil huir, salir corriendo. Dejarlo todo atrás sería lo correcto, ¿verdad? Pero en la práctica es más complicado aplicar la fórmula. Sí, no vas a mentir, has pensado demasiadas veces en abrir la puerta y largarte. Y luego, ¿qué? No te queda nada cuando abandonas, estás solo. ¿Así quieres seguir adelante? Formarás una vida nueva, con un nombre ridículo y amigos imaginarios que nunca podrán hacerte daño. Serás infinitamente feliz. Sin embargo, cuando llegues a la cama por la noche y sólo la almohada te conteste a los abrazos, comprenderás que no lograste alcanzar lo que deseabas. Que te equivocaste y que ya no podrás volver.

Esconderse.

Tal vez era hora de esconderse un rato, sólo un poco. Para que pudiesen encontrarte después. Te preguntabas de qué servía correr hasta allí y después no poder reírse de haber logrado por fin lo que tanto deseabas. En tu vida lloras y sonríes. Desgraciadamente, descubres demasiado tarde que lo primero no sirve para nada.

Con la cara escondida.

Sigues andando, con la cara escondida entre las manos, llorando sin que nadie te vea. Porque no quieres sentirte débil. No. Tú tienes que ser la más fuerte. No puedes caerte ahora, cuando creías haber alcanzado todo. Pero estás cansada, tus pies hace tiempo que dejaron de reaccionar y tu alma vaga vacía por algún rincón, sin saber que hacer de puro aburrimiento. Las voces de tu cabeza te susurran que te largues, que digas adiós a todos o que no lo hagas y que cojas esa maleta que te llevará al fin del mundo. Allí es donde deberías estar. Lo sabes. Sin embargo, sigue abrumándote el miedo, ¿por qué? No te queda nada que perder. Vete. Ni se te ocurra mirar atrás. Y, por favor, no vuelvas.

Nadie te lo impide.

¿Aún sigues pensando que correr no será fácil? Sé que puedes cansarte a mitad de camino entre la cárcel en la que estás viviendo y la ansiada felicidad en soledad. ¿Pero acaso no crees que merece la pena intentarlo? Confío en que lo hagas, debes huir. Por tu bien. Sí, porque si te quedas aquí acabarán contigo. No aguardes a que el mundo se te caiga encima para demostrarte que nadie está ahí. Esa puerta siempre se mostrará abierta, deseando que la cojas y tus piernas se muevan tan rápido que pronto acelerarás todavía más el paso en la otra parte del mundo. Deseas hacerlo. Nadie te lo impedirá.

INFINITAMENTE FELIZ.

Ahora crees que no escogiste lo correcto. Pero te da igual. Sí, piensas que de verdad ha merecido la pena dejarlo todo atrás y volver a olvidar. Porque te sientes mejor. Saltas por la calle, cantas en voz alta las canciones que van pasando por tu reproductor de música. Ya no te importa que la gente te mire como si estuvieras realmente loca. Hace mucho tiempo que permitiste a tu mente no comerte la cabeza con las conversaciones que corrían a tu alrededor sobre como llevabas tu vida. ¿Eres feliz? Por una vez, sí. Eres infinitamente feliz.

¿Qué decirte?

No sé qué decirte. No sé qué podría decirte para que todo fuera perfecto. Porque me encantaría tener un amor de película. Pero para tenerlo, no tendría que haber discusiones estúpidas, ni conversaciones estúpidas, ni palabras estúpidas, ni caras estúpidas, ni ganas de morir estúpidas, ni un estúpido como tú. Y cuando llego a las cosas que tendría que perder para tener un amor incondicional de dos horas de duración, no quiero. Que se lo queden Nicole Kidman y Hugh Jackman. Porque yo quiero a mi estúpido. Quiero todo lo estúpido que pueda venir con él. A veces pienso que no merece la pena seguir con ésto, que todo es una auténtica mierda. Que sacaré todo lo que pueda sacarme, trabajaré y moriré sola de todas formas porque nadie me querrá. Entonces, vienes tú, con tus promesas estúpidas de amor eterno, con tus estúpidos planes de boda irreal, con tus estúpidas sonrisas a joderme lo que sería una perfecta y asquerosa vida. Y yo, te doy unas estúpidas gracias por hacerme sentir estúpidamente enamorada de un estúpido como tú. Y ahora, quiero que me des un beso estúpido y que me prometas ese estúpido para siempre que tanto parece gustarte.

Feliz, sí, pero contigo.

-Me encantaría que ahora me saliera un diálogo de película que te hiciese llorar por primera vez de alegría. Pero se me acabó la imaginación el día en que te conocí. Porque sí, mi talento sólo sabe describir cosas malas, historias siniestras muy a lo Tim Burton. Lo siento. Siento no poder soltar palabra cuando te veo o simplemente cuando sé que estás al otro lado de la pantalla. Sólo sé quedarme con cara de idiota con una sonrisa pintada, pensando en lo que podría estar haciendo si estuvieras aquí. Seguramente, en Internet ya no me conocerían. Te quiero, te quiero muchísimo. Y si tengo que recordártelo cada vez que te veo, lo haré. Encantada. Porque no me importa gritarle al mundo que me cuesta despedirme de ti, que por fin soy feliz. Y es contigo.
+Sé lo que te pasa con sólo mirarte, que no me dices todo, con sólo mirarte. Increíble, ¿verdad? Sé lo que piensas. Me paso casi todas las horas que estoy contigo.. mirándote. No sé hacer otra cosa que quererte. A veces intento comportarme como si fueras mi amiga, intento no ser yo en sitios públicos, pero es que no puedo. Por que soy tal como soy por ti. Porque no pienso en otra cosa que en ti. Porque cuando estoy trabado, o no pienso en nada, qué suerte tener la capacidad de no pensar en nada, es muy relajante, o estoy pensando en ti.

Vivir soñando.

Las historias se acaban. La imaginación se termina. La mitad de las veces no quedan ni cenizas. Me gustaría encarar la vida como una persona que sabe lo que quiere, que tiene claro que sueños se pueden cumplir, y los que no. Mi problema es que tengo los pies demasiado lejos del suelo. Muchos se empeñan en bajarme un poco a veces, en no dejarme en las nubes mucho tiempo. Dicen que, cuando te da el aire durante horas, puedes acabar sin nada dentro de la cabeza. Sí, yo vivo durmiendo. Nunca me despierto.

Bailemos

-Baila conmigo.
+Pero si tú no sabes bailar, eres lo más parecido a un pato. Es más, no siquiera te gusta.
-A veces, pequeña, hay que hacer cosas que no se te pasarían por la cabeza si estuvieras un poco cuerdo sólo por la persona que ás te importa aquí y ahora.
+Sé que escalaría la más alta montaña si un día te diera por el alpinismo; que te haría los coros si se diese el curioso caso de que nadie soportara tu voz; que daría la vuelta al mundo en globo, a pesar de mi miedo a las alturas, si quieres pasar una temporada en el cielo; que saltaría sobre nubes de tormenta si tu quisieras tener una aventura a gran altura y con peligro de muerte; que fingiría ser una persona muy importante para colarte en una cola kilométrica. Pero nunca hubiera creído que tú me devolverías algo.
-Vale, a ver si me acuerdo de todo. No me dará por el alpinismo, no me va el aire fresco y limpio sin nada de contaminación, no tiene ningún riesgo. De momento, la gente soporta bien mi voz, pero seguramente quieran escuchar la tuya también. Lo del globo es una gran idea, tenemos que probarlo. Es teóricamente imposible saltar sobre cualquier tipo de nube. Aunque, pensándolo bien, todo lo teóricamente imposible nos ocurre a nosotros. No necesitas fingir ser una persona importante, ya lo eres. Al menos para mí. Y, tienes razón. Hace dos días, estaría sentado en el sofá con unas palomitas rancias esperando a que me montases el numerito por la compra de unas manzanas demasiado maduras. ¿Sabes lo mejor de esos momentos? Me hablabas. Me dirigías la palabra. Era lo más vivible de todo el día aunque estuviésemos discutiendo como unos locos. Entonces, entendí que no podía seguir pasando por encima de ti cada vez que quería algo. No. Tú te merecías algo mucho, mucho mejor. Recordé aquella vez en la que me habías pedido que bailara contigo. Estábamos solos en casa, como ahora. No tenía por qué avergonzarme, sólo me ibas a ver tú. Te dije que no. Vi tu cara, intentando parecer despreocupada. Aún así, tus ojos estaban tristes, como muchas otras veces en las que te había decepcionado.Siento haberlo hecho. Ahora estoy aquí, solo para ti. Bailemos. Hoy, mañana, pasado y hasta que el mundo se acabe.

Gracias por la inspiración, Alba Vidal

Siento como el viento me corta la piel y me atraviesa el alma, como se cala entre mis huesos y forma cubitos de sangre helada que recorren mi cuerpo. Poco a poco, agarrota mi corazón, lo llena de espinas y lo deja tirado para seguir maltratando otra parte. Me meto más dentro del abrigo y lo espero. Lo aguardo durante lo que parecen horas, aunque, seguramente, sean minutos. Me abraza y se me olvida cualquier rastro de frío. Él, siempre con una sonrisa cálida que me inunda los ojos y me derrite cualquier sentimiento de pérdida que pueda tener. No estoy con él por la sensación de bienestar que me proporciona su presencia, no tiene nada que ver con su don para hacerme reír. Es únicamente todo él.

27 de Enero, 2010

Mientras resbalas, te caes, te agarras a la poca vida que te queda, echas el último suspiro al aire, deseando que fueran sus labios los que te quiten el aliento. Algo te lleva para arriba, alcanzas a ver una mano, su mano. Aunque sea tarde, ha llegado, te ha sacado y te ha besado. Siempre hay que robar lágrimas para regalar sonrisas, ¿no?

19 enero, 2010

Juntos.

-Promete que nunca te irás.
Le abracé y me quedé pensando. ¿Qué debía decirle? Quizás lo que sentía, o lo que creía en ese momento. Estaba obstinada en que lo nuestro era una relación de cuatro días, como las de cualquier adolescente. Pero mi corazón me permitía otra cosa, cada vez que me besaba o me rozaba, o, simplemente, me cogía de la mano para darme fuerzas, consentía un "para siempre" grabado en mi mente. ¿Qué quería decirle? ¿Que él también se quedase? ¿Que me jurase amor eterno? Claro que tenía ganas de pasar mi vida con esos ojos, sin duda alguna duraríamos más de lo esperado para cualquiera de los dos. Y me apetecía, me aseguraba mis alas cuando veía esa sonrisa tan suya de verme tan cerca que casi ni puede respirar. ¿Dejarme llevar? Sí, gracias, con él, a todas partes, a todas horas.
-Voy a estar aquí siempre, contigo, en esta cama, en aquel banco, en otra casa, en un hotel perdido, en una isla inventada, debajo de las sábanas. Donde tú quieras estar, ahí estaré yo.

16 enero, 2010

Dirección contraria.

Mientras echo a correr, intento convencerme de que volveré, de que tendré fuerzas para regresar y poder mirarte a los ojos sin pensar en lo que fue de nosotros. Porque nosotros éramos mucho más que algo, lo fuimos todo. Y lo dejamos escapar, como quien permite que el aire corra sin sentirlo. No fue lo correcto, voy pensando. Quizás debería dar la vuelta, sé que él me estará esperando. ¿Por qué mis piernas no van en dirección contraria? Quiero ir allí, a sus brazos, abandonarme otra vez a esa felicidad gratuita y fácil. Mis músculos no paraban de moverse para alejarme de aquello de lo que no podría olvidarme nunca. No, deseo verle, rozarle y besarle, sentir su piel debajo de la mía. Pero mi insistencia en parecer más fuerte de lo que en realidad soy me está llevando lejos, muy lejos, demasiado. Casi ni puedo verle de reojo. Déjame quedarme un rato más con sus labios, con su voz, con sus manos. Yo no estaba buscando este adiós. No quería encontrarlo, ni descubrirlo. A veces, la ignorancia de lo desconocido es mejor para el corazón.

Yo te cubro.

No la dejes esperando a que caiga agua en el Sáhara, ni deseando volver a verte, aunque sólo sea la espalda mientras te marchas. No seas tan idiota como lo has sido toda la vida, despierta, coge las alas guardadas en el cajón de los sueños por cumplir y echa a volar, ve con ella. ¿Quién te lo impide? Corre, huye, yo te cubro.

Egoísta.

Acaba por ahogarte entre sus brazos, volviéndote loca hasta que ya crees ser dos personas distintas a la vez ocultas tras un simple cuerpo. Por alguna razón, dentro de esas dos almas, hay una que siempre piensa en los demás, lo que dicen, lo que hacen, lo que sienten. La mayoría de las veces, la egoísta manda por encima de ella.

Retos.

Ya sólo me dejo llevar por las situaciones. No me implico lo necesario, ni me alejo lo suficiente. Sigo andando e intento no mirar a todo el que camina a mi lado. Si me caigo, me quedo un rato en el suelo, esperando que a nadie se le ocurra acercarse a darme la mano, y me levanto. Me quedo quieta y observo lo que pasa a mi alrededor. Hay tanta cantidad de gente. No saben dónde ir, están aturdidos por el ruido de algún corazón que no es suyo. De sus ojos caen lágrimas frías e indiferentes que intentan quitar de su cara para no mostrar debilidad. No hay una sola persona que no desee algo que no tiene. ¿Para qué sufrir por algo que puedes poseer? Claro, éso no sería interesante ni implicaría ningún reto.

Los consejos.

Caminé por las piedras color lapislászuli que había sobre el lago. El agua era un completo espejo, todo se reflejaba en él, y daba la impresión de que se podía andar por allí también. Procuraba no mirar. No quería verme. Tampoco miraba hacia atrás. No merecía la pena pararse a pensar en el pasado. La mayoría de las veces te arrepentías o llorabas por no poder recuperar aquello que había sido tuyo. Continué, sin coger la mano de nadie. Después de un largo recorrido, comprendes que todos pueden traicionarte aunque te ayuden de vez en cuando a pasar un obstáculo que, para ellos, es minúsculo. Claro, no es su problema. Es sumamente fácil dar consejos. Pero, ¿y aplicártelos a ti mismo?

Tenlo en cuenta.

Ya te lo he dicho. Miles de veces. Siempre has corrido el riego de perderla por tu mal humor, tus prontos o tus tonterías. Puede que no la gustase cómo la tratabas cuando no era tu día o cómo la respondías cuando estabas enfadado. No seas tonto. Porque te ha aguantado millones y una más de tus manías. Es la única que no ha dejado en ningún momento de estar enamorada de ti. Incluso ha luchado cuando creía que ya no la quedaba nada por lo que hacerlo. Así que vuelve, abrázala y quiérela como sé que lo haces. No hagas más gilipolleces. Porque sabes que ella va a volver aunque las hagas. Pero va a llegar un día en el que se canse de todo ésto y te mande a la mierda. Yo ya lo hubiese hecho. Tenlo en cuenta.

14 enero, 2010

Ven a la cama conmigo.

Me aproximé al sofá y terminé por echarme. Estaba cansada. No tenía ni fuerzas para cerrar los ojos y, aún así, me molesté en hacerlo. Alguien se acercó a mí, me rozó los labios. Uhm, sabían tan bien.
-¿Te vienes a la cama?-me susurró al oído.
No esperó a que contestase, me cogió en brazos y cruzó la habitación. Me dormí pidiendo, por favor, que se quedase conmigo aquella noche, que me abrazase y no me soltase.

09 enero, 2010

Cazatalentos

¿Por qué nos molestamos? Luchar, seguir adelante y esas soberanas tonterías que tenemos los humanos en común. ¿Esforzarte? ¿Para qué? Puede que mañana te mueras o que te descubra un cazatalentos de éstos que, en las películas, siempre están cuando hay alguna voz oculta a la que le da por cantar, o bailar, en medio de la calle sin que nadie parezca inmutarse. Éso sí que es falso pero, ¿por qué todos lo queremos?

101 dálmatas.

Hoy quiero calarme, coger un resfriado y no volver a salir de casa en una temporada, ponerme a ver 101 dálmatas o Pocahontas y quedarme quieta como si no supiera el final de memoria. Regresar a los cinco años, éso es lo que deseo. Aunque creo que acabaría cansándome de todo igualmente.

Papeles.

Necesito un trozo de papel para rasgarlo con los dedos, para pintarlo y acabar destrozándolo. Para tapar mi cara en el espejo porque ya no quiero verme. Ponerlo debajo de la lluvia, secarlo y volver a mojarlo. Acercarme a él, dejar el pintalabios marcado. Y lo peor es que es lo único que Los Reyes se han dejado.

Kame Menari.

Es algo de lo que, por mucho que corras, no puedes escapar. Que te ahoga, te mete la cabeza debajo del agua demasiado caliente de la ducha y hace que no te importe. Es fuerte, que se siente aquí dentro, en el corazón. Que late tan rápido que casi se te sale del cuerpo, que consigue que se te olviden las letras de cualquier canción. Te despiertas e, inconscientemente, lo buscas entre las sábanas. Como si, de verdad, cada mañana te despertaras con aquel que te da todo lo que tiene sin que ni siquiera te des cuenta. ¿Lo ves flotando alrededor? Yo te veo.

Impaciente

Miró el reloj, ya faltaba menos para verle. Estaba impaciente. No hacía tanto que no se veían pero las ganas de descubrir una nueva arruga en su cara la superaban. ¿Y qué si se encontraba así de feliz porque, por fin, iba a poder felicitarle un año nuevo totalmente distinto? Ya no habría más años como éste porque, con él, cada día es distinto. Cada segundo merece la pena.

CAN YOU HEAR MY SCREAMS?

-¡No me dejes aquí!
+¿Qué más te da? Mucho no te he importado hasta ahora.
-¿Y qué pasa si te he estado ocultando todo? ¿Y si tenía miedo a que me hicieras daño si sabías lo que sentía?
+¿Cómo puedes pensar que te dañaría?
-Porque ya no creo ni en mí misma.
+Llámame cuando estés dispuesta a darme lo que tienes sin reparos.
-Pero..
+Pero nada. Aprende a quererme lejos de tu cabeza. Porque si, cada vez que estás a mi lado, estás pensando en qué mostrar y qué no, yo no voy a corresponderte más fuerte.

Aquí, ¿para qué?

Hoy toca suicidarse. Y no me vas a hacer cambiar de idea. Asomarme a la ventana con el cuerpo demasiado fuera, el cuchillo cogido por la otra parte sin querer agarrándolo fuerte, meter la cabeza accidentalmente dentro de la bañera hasta perder la respiración. No sé. Cualquier cosa. No merece la pena estar aquí.

Y me tiré.

Miro al mar, tan tranquilo, sin una sola ola. Empieza a llover, el agua se remueve y comienza a saltar hacia mí. Siento como las gotas recorren mi cara. Necesito olvidarme de todo. Poso mis pies sobre el último trozo de piedra. Noto como se mueve. Me mantengo allí, observando el vacío. Deseando acabar pronto con esta inútil existencia.

Que te trate bien.

Debo de admitir que a veces querría ser la persona que deseas que te abrace, que te bese, que te trate como te mereces. Sólo quiero quedarme a tu lado y pensar que TODO VA A SALIR BIEN si tú estás conmigo. Me gustaría tener una sonrisa siempre puesta para ti, incluso en mis peores días. ¿Sabes cómo salgo todos las putas mañanas de casa? Me digo: Hoy va a ser un gran día, hoy Yaizz tiene que reírse, y con ganas. Aunque no te lo creas, para mí, no son chapas ni mucho menos. No necesitas ocuparte de tus problemas cuando "nos vamos ya para casa", porque yo me los quedo. Que nada te quite el sueño, ni las carcajadas que tanto me encantan. Porque hace mucho que no te veo FELIZ y me toca la moral que estés así por una persona, si es que se puede llamar así, que ni siquiera sabe lo que es el amor. Es un crío, un simple chico que vive su vida como si fuera el Rey del mundo. Cuando se dé cuenta de que esto es una puñetera república, será demasiado tarde para volver atrás. Deja que suplique, que te cuente con las rodillas clavadas en el suelo las cosas por las que no deberías haber pasado. Luego, dale un tortazo, déjale con la cara de idiota que ya estaba tardando en tener.

Yáiza.

Hoy no es mi día, no me encuentro bien. Me duele la cabeza, el dedo pequeño del pie izquierdo y la quinta pestaña del ojo derecho. Pero lo que más me duele es el corazón. Desgraciadamente es el músculo sin el que no podemos vivir y el que nos trae más dolores de cabeza. Necesita demasiados cuidados y con frecuencia, tenemos que cogerlo del suelo y recomponerlo porque se ha hecho pedazos. ¿Y sabes quién sé que me ayudará? Sí, ella.

Mi día.

Hoy toca quitarse las preocupaciones y sonreír. Abrir la ventana, sentir el viento en la cara mientras, por fin, eres feliz. Pero, ¿no te falta algo? Miras a la cama, vacía. Alguien te abraza por detrás, te susurra que te quiere y te pregunta si hoy estás bien. Te giras y lo miras, sus ojos, su sonrisa, sus ganas de besarte. Dios, HOY ES TU DÍA.

Un viaje.

Hacía mucho tiempo que necesitaba un viaje. Para despejarme, olvidarme y esas cosas que se suelen hacer cuando desconectas del mundo. Lo curioso es que no pude hacerlo aunque no dejé de intentarlo como una niña caprichosa y obstinada. Todo me recordaba a ti, ése era mi fallo.

No vuelvas.

Volví mi cara. No quería saber más de ti, ni de nadie. Me acerqué al coche en silencio, esperando a que me detuvieses. Llegué a la puerta y, cuando fuí a abrirla con lágrimas ya en mis mejillas, tu voz sonó ronca, como si a ti te doliese más ese momento que a mí.
-No vuelvas.
Terminé de meterme dentro y esconderme detrás de los cristales tintados. Te miré. Sería la última vez que nos cruzaríamos.

Tus sonrisas.

Tienes 231 sonrisas. Perdón, 232. Dentro de poco, 233. Las recuerdo cada vez que quiero dormirme de buen humor. No sabría elegir la que más me gusta, porque empezaría por la que pones cuando me besas y seguiría con la que pones cuando miras en el cielo a las estrellas. Y así no terminaría. Porque me encantan todas. Incluso la que te pinto en el Paint.

Algo más rico que las perdices.

Un abrazo. Éso es lo que me hacía falta desde hacía mucho tiempo. Pero no un abrazo cualquiera, no. SU abrazo. Me gustaría poder ver su sonrisa todos los días, sin dejar que me eche de menos. Este año, no puede ser. ¿Y sabes lo peor de esto? Ya no habrá nadie como ella. NADIE. Porque, por mucho que se intente, absolutamente nadie en la Tierra entera es como ella. Que ya no volverá a mirarme y sabrá qué me pasa. Ni descubrirá que no podría contestarla delante de tanta gente. Para qué mentir, no me imagino la vida sin ella. Porque todavía sigo esperando nuestro final más que feliz, nuestro algo más rico que las perdices.

No como ella.

Me vuelves loca. Pero no cómo a ella. No es una locura pasajera ni de una tarjeta. Admito que no estaba muy cuerda cuando te conocí. Sería mentir decir lo contrario. Y sabes que sólo me gusta mentir cuando me escapo de casa para verte. No pienso prometerte que no lo haré otra vez, porque tú sabes que volveré a salir por la puerta en vez de por la ventana con una mentira piadosa más.

¿Huir? No, gracias.

Y si fuera tan fácil, huiría. Pero no. Soy una cobarde. No se me da nada bien echar a correr ni cerrar puertas en las narices, ni decir adiós, ni dar un último beso. He llegado a la conclusión de que no soy buena para eso que se conoce como "echar patas".

¿Y tú que odias?

Odio los semáforos, el aire acondicionado del coche, el olor de los ambientadores, que las sábanas raspen, el sabor del agua del grifo, los libros sobre historia, los colores de la habitación que tengo en casa de mi padre, las flores de plástico, que los tenedores se junten, que entre luz por la ventana mientras duermo, el despertador, todas las mañanas, la contaminación lumínica, el ruido de la campana de la cocina, sentir que me falta el aire cuando me ducho, la humedad en los vestuarios, las luces del faro, la gente que grita, actuar bajo presión, que la arena se me pegue al cuerpo, el viento, la lluvia en Agosto, el sol en la cara, las sonrisas muy falsas, los problemas, las preocupaciones, el estrés, la mahonesa fuera de los sandwiches, los chupachups de coca-cola, la tarta de hojaldre, los coches que llevan la música demasiado alta, tener que llegar pronto a casa, no ir al cementerio tanto como me prometo, que mi imaginación se largue por momentos, escribir textos que acabo odiando, llorar por las noches, el frío, el calor, que los auriculares se rompan, no ver el fin de las películas, que el lápiz se quede sin punta, que se me vaya la cabeza, levantarme a beber agua, no poder dormir, recordar cosas que podrían olvidarse, que las personas te miren con cara de "ésta está loca", las almohadas bajas, los armarios llenos, los comics, que cambien de horario una serie veinte veces y que al final la quiten, planchar, tender la ropa, sacar la basura en pijama, las malas contestaciones, el olor de la gasolina.. Y sí, también a ti.

Siempre cerca.

La muerte te grita al oído que caerás en sus manos tarde o temprano, te avisa ruidosamente aunque tú te empeñes en no hacerla caso. A veces es tranquila, silenciosa e indolora; otras, sin embargo, es inquieta y horrible. Ella siempre te adora, no lo olvides. Te arropa cada noche, decidiendo que te ocurrirá. Puede ser injusta o merecida, fría o con sentimiento, feliz o triste, acompañada o en soledad. Por supuesto, intentará jugar contigo, su juguete preferido. Siéntela, te está abrazando, mostrándote su cariño. Nunca te dejará solo, ni siquiera si se da el curioso caso de que seas inmortal.

Alone.

¿Te imaginas estar solo en el mundo? No hacer colas para nada, tener todo lo que siempre soñaste. Quizá ser hoy estrella de un gran festival al que no fuera nadie, mañana dueño de millones de coches a los que la gasolina no se les terminara. Oh, que feliz serías. Podrías por fin echarte a dormir en una tienda de colchones sin que te miraran con desaprobación, buscar la luna tapado con solo una manta en algún tejado deshabitado. Pero seguirías buscando en Internet algún indicio de que alguien como tú estaba al otro lado. Continuarías escribiendo algo en una página para que alguien te encontrara y poder pasar lo que te quedaba de tiempo con una persona que contestara a lo que decías. Sin embargo, a veces ni las mismas personas te responden. Así que, sí, apagabas el ordenador, te ponías en el iPod viejas películas y te convencías de que no te hacía falta ningún amor a tu alrededor. Te despertabas por la mañana y, cuando no recibías abrazos ni besos, te dabas cuenta de que una noche más te habías acostado con la equivocación.

Cogerle cariño a la vida.

Ojalá pudiera ahogarme en un vaso de agua. Así no tendría que buscar complicadas formas de acabar con mi propia vida. Porque, si lo pienso demasiado, le cogeré cariño a lo que se supone que quería matar.

Inolvidable.

Que las cosas se van a acabar antes de tener siquiera tiempo para mirarlas dos veces. No dejes que eso ocurra. Haz de lo que queda algo inolvidable, algo que te llene de alegría al recordarlo. No volver a arrepentirte nunca más de todo lo que pudiste hacer y no hiciste.

Bailar contigo.

Lo unico que me apetece es huir, salir por esa puerta y gritar que soy libre. Correr hasta tocar tu timbre, pedir que salgas a bailar bajo una lluvia que no existe. Cantar nuestra canción mientras toda la calle nos mira con envidia, deseando poder ser adolescente para hacer esas locuras. Columpiarme hasta que al sol le de por aparecer. Coger tu mano y no soltarla nunca.

Dancing under the rain Pictures, Images and Photos

Él y su paraguas.

¿Y si de verdad no podía vivir sin él? ¿Qué iba a ser de todo? Sí, porque él era su todo, era hora de admitirlo. Parecía tener el paraguas que la salvaría de cualquier lluvia, la sonrisa con la que muchas situaciones daban a conocer su lado bueno. Y todo por él.

umbrella Pictures, Images and Photos

Imbécil.

-Que mi vida eres tú y lo demás no importa. Que he sido una idiota por no sacar el tema antes. Que no podía creer que estuvieras aquí sin yo saberlo. Que me obligaba a creer que preguntabas porque solo eramos amigos. Que no tuve cara para decirte antes que serías mi vida. Que..
+Soy estúpido por no decirte todos los días a todas horas que te quiero más que a nada en el mundo.

kiss Pictures, Images and Photos

Casi al principio.

Era increíble como, después de dos meses, seguía temblando al oír un simple "te quiero" que viniera de su boca, aquella que tanto le gustaba. Con mil y una sonrisas, pero sólo una para ella. También era sorprendente como podía pasarse horas y horas mirándolo, aunque supiera que no iba a crecer en dos milésimas de segundo. Pero tenía miedo, miedo a que, si apartaba la vista, su sueño se esfumara.

dream Pictures, Images and Photos

Zeta.

Cada día me levantaba pensando que no iba a ser un día perfecto, que iba llover todo lo que quisiera el cielo aunque no hubiera una nube. Un 4 de Enero, llegó Z, tan elegante, tan cabezota, tan.. parecida a mí en las rarezas. No sé. Quizá vi una luz que me deslumbró, quizá fue.. un simple zumbido de messenger lo que me hizo despertar. De alguna manera sentí que ella estaría ahí para siempre, incondicionalmente. Y tengo que decir que cada risa, cada saludo, cada abrazo imaginario que he dado por ella, ha sido de verdad. Porque Z es.. una letra, una inicial, un conjunto de puntos. Pero mucho más allá, es una gran amiga que nunca pensé en encontrar. Recuerdo aquellos días que pasaba en un banco sentada esperando al amor de mi vida, pero Z pasó, con buen ritmo, como una bala, pero a suficiente poca velocidad como para que me llamara la atención, como para que me fijara en ella. Muchas veces sueño con ese lago imaginario que nos inventamos en los miles de textos que nos enviamos, un lugar apacible, donde no existen las sonrisas falsas ni el miedo a caer sin ser recogida. Da igual por qué razón la encontré. Ya no importa. Pero parece ser que, desde que ella está, el boulevard de mi vida está iluminado por unas cuantas farolas que me dejan seguir adelante, caminar. Por eso, era, es y será siempre mi consonante preferida.

And a happy new year.

-¿Por qué siempre nos empeñamos en que el año que viene sea mejor que el anterior?
+Porque necesitamos ilusiones para seguir adelante.
-¿Crees que de verdad será mejor?
+Mientras tú estés aquí, todo puede ser mejor.

color splash Pictures, Images and Photos

Sigue aquí mañana.

-¿Por qué siempre estás pensando en que me voy a ir?
+¿Sin mirar atrás?
-¿Cuántas veces te tengo que decir que no voy a hacerlo? ¿Tantas ganas tienes de que me vaya?
+No, por supuesto que no quiero que cogas una dirección en la que yo no esté, pero, afrontémoslo, algún día cogerás el camino rápido para largarte. Yo sólo me preparo para cuando decidas hacerlo.
-De momento, no tengo ninguna intención de hacerlo. Así que, ¿qué tal si te dejas ya de paranoias?
+¿Prometes estar aquí mañana?

Vueltas y vueltas.

-¿Te has preguntado si ésto irá a alguna parte?
+Todas las vueltas que estamos dando... Servirán para algo, ¿no?
-Igual no, igual son sólo vueltas alrededor de un sitio. Sin camino para llegar a nada.
+Entonces... Cambiaremos de camino.
-¿Y si seguimos dando vueltas?
+Yo estaré allí contigo para llegar a algún sitio.

7 de Julio, 2008

-¿Crees que algún día dejaré de perder?
+No.
-¿Debería alegrarme?
+Tienes la suerte de haber visto una estrella fugaz una noche en la que no pudiste dormir, me gustaría saber qué pediste.
-A ti.
+¿Por qué? A mí ya me tenías.
-Esta vez, no tienes razón.
+Puede ser.

Algún 31 de Mayo.

Las cosas no salen a la primera y mucho menos a la segunda. No hay perfección, tampoco justicia. Las calles esperan puestas toda la noche mientras te rompes la cabeza a golpes mientras intentas descifrar lo indescifrable. Es mundo de gente que no se cree loca, pero se equivocan, como en todo lo demás. No hay sueños cumplidos ni amores para toda la eternidad, solo lágrimas que caen, rompen en el suelo y vuelven a nacer.

Desorden

¿Por qué me he vuelto tan desordenada? Hace no tanto, todos mis cuadernos estaban inmaculados, sin una hoja suelta ni dibujos en las mismas páginas dónde había escrito primero. Es más, hasta odiaba verlos así en manos ajenas. Era imposible buscar algo sin tener miedo a descubrir un monstruo demasiado privado, grande e imposible de olvidar que cambiaría tu forma de ver a la otra persona. Quizás haya sido que empezó mi momento de inspiración. No lo descarto porque la gente suele decir que los artistas son un desastre en su orden y que, sólo ellos, son capaces de encontrar su obra maestra en medio de un montón de objetos inservibles. Sabrían decirte cuál ha sido la peor, casi pesadilla de la humanidad; sin embargo, por muy bien que conozcan su ubicación, no te la enseñarán por miedo a que te guste tan poco como ellos se aman a sí mismos. Supongo que eso es parte de la continua locura de existir siendo un creador de piezas irrepetibles. También puede ser el amor. Sí, esa pasión descontrolada que inyecta en tu corazón una dosis suficiente de una sustancia especial para desbocarlo y provocar que tenga ganas de más y más. Es poderoso, agradable y, de repente, horrible. Te aseguro que, si lo sientes, un día estarás increíblemente feliz y, a la mañana siguiente, gastarás lágrimas para nada. Con él, siempre tienes la sensación de que todo se acaba, incluso que se llevará la felicidad sin dejarte ni siquiera las sobras. Sí, probablemente sea una de esas dos opciones. O eso, o he cambiado para ser lo que más odio, como la mayoría de las personas.

08 enero, 2010

Celos.

Los celos. ¿Qué son? Algunos dicen que existen como una forma de amar a la persona con la que compartes un trozo de tu vida. Para mí, son ganas de poseer a alguien, marcándolo como sólo tuyo y de nadie más. Es cierto eso de que te consumen, te corrompen el alma y te hacen sentir enfadado y, al mismo tiempo, impotente. Porque, ¿qué vas a hacer si él o ella no siente lo que tú sí? Unos, se callan, esperan hasta poder llorar en silencio, poco a poco volviéndose locos obsesivos que no se dedican más que a investigar en secreto, creyéndose obligados a controlar a su pareja. Otros, optan por gritar, pensar que tienen derecho a prohibir, encarcelar, echar en cara. Aguardan con ansia veinticuatro horas al día con él o ella, así no podrá escaparse, casi llevándolos con correa mientras pasean por si acaso se les ocurre huir detrás de un culo como un perro. Son inservibles y hacen daño; pero, con eso, no quiero decir que yo no sea celosa.

8 de Enero, 2010

Hoy he sentido la necesidad de empezar a utilizar un blog. Creo que es algo que siempre he tenido ganas de comenzar, pero que me daba miedo. Temor a que a nadie le interese lo que yo tenga, o no, que escribir. Mientras hago ésto, me siento incómoda. Será bastante patético incluso leerlo, estoy nerviosa. Aún así, lo conseguiré. Lograré continuar con un objetivo, llevarlo hasta el final, aunque la gente no se moleste en pasarse. "¿Para qué?", dirán, "¿Para escuchar a otra adolescente incomprendida más? No, eso, definitivamente, creo que no me va". Y pienso que tienen razón, ¿por qué hacer una acción simple por una persona que ni siquiera conozco de vista? Pero no te preocupes, no eres un egocéntrico ni egoísta, ni mucho menos. Es parte de la humanidad el tener demasiado tiempo para querernos a nosotros mismos y a ninguno más. Es una sensación que te enseña la experiencia. Porque, después de darte una y otra vez con la misma piedra, acabas por descubrir que por ese camino ya pasaste y que te vas a caer. No volverás. Y, en cuanto un recorrido te recuerde a otro, huirás, como lo hiciste del primero tras resbalarte con una pequeña roca.