13 abril, 2013

Sola, pero acompañada

Hace mucho que sé que no tengo corazón, que se rompió en el camino de reconstruirse y que nunca ha podido amar más. Ya no existe la ilusión, ni las mariposas, ni nada parecido a la creencia en el amor verdadero y para siempre. Lo achaqué a la maduración de mi mente, al paso del tiempo y a mis ganas de conformarme con lo que tenía, sin buscar en otro lugar. Lo cierto es que quizás haya estado equivocada, quizás simplemente necesitaba estar sola de verdad para encontrar mi parte de órgano del romanticismo más absurdo, y no he vuelto a estarlo desde entonces. ¿Y si no soy el tipo de persona que puede vivir en soledad? Lo único que sé es que yo era la típica idiota enamorada del amor, que creía que se iba a casar con el hombre con el que estuviese en ese momento, a la que le gustaban los detalles y las pequeñas acciones que hacían el día a día un poco más llevadero. Ahora, ahora, sólo soy capaz de empezar una relación tras otra con la idea de acabarla, con la certeza de que sigo estando sola, pero acompañada.