23 febrero, 2011

¿Amor verdadero?

Se supone que de amor correspondido no se sufre, sólo se es feliz. Se dice que, incluso cuando se pasan malos tiempos, los amantes bailan debajo de las lluvias torrenciales durante lo poco que dura la tormenta. Yo me refugio en casa y pongo la chimenea mientras mis lágrimas sin cesar sobre la manta del salón. Se comenta que se llora poco y se sonríe mucho; que da gusto beberse la vida a grandes tragos. Yo lloro mucho, sonrío poco y me bebo la vida a pequeños sorbos porque no me gusta su sabor. Se proclama que el amor verdadero, el que dura para siempre, se consigue a base de confianza y trabajo. A mí me cuesta confiar en ti, y no trabajo, sólo estudio. Quizás me esté equivocando. Quizás esté sufriendo demasiado por algo que no merece la pena. Quizás sea imbécil, pero... No sé qué narices hago, pero... Maldita sea. No quiero que dos años se acaben tan rápido. Aunque también me lo estás poniendo difícil. Muy, muy difícil.

19 febrero, 2011

Water

Photobucket

Dejé que el agua corriese mientras las lágrimas se secaban sobre mi piel. No era hora de llorar, ni de pensar. Era hora de dejarse llevar, como el agua que se deslizaba y se escondía. Debía permitir que me encendiesen y me apagasen, que me llamasen más en unas zonas que en otras, que me necesitasen para vivir, que tuviesen sed de mí. Pero también tenía que saber que me acabaría porque nadie sería capaz nunca de racionarme para dejar que me renovase. Cerré el grifo. No quería terminar así. No quería que sólo me quedase una gota de toda la cuenca que había formado una vez.

12 febrero, 2011

Notas.

Cuando me deslicé debajo de las sábanas, me encontré una nota y un caramelo. Me resultó extraño porque no estaba alojándome en un hotel, sino en mi propia casa.

"Creo que es hora de que me vaya. No quiero hacerte daño. Lo siento."

Tragué el caramelo sin ni siquiera morderlo, ¿qué clase de persona que te importa se va porque "no quiere hacerte daño"? Nunca había entendido esas malditas frases de despedida, que no servían para nada, que dolían más que el mero hecho de que alguien importante para ti se marchara de tu vida. ¿Hora de irte? Jamás habías tenido un reloj o eso promulgabas. Para ti, el tiempo no se medía por segundos, minutos u horas. Tú siempre decías que los únicos días que contaban eran los que habías compartido con alguien especial. Entonces, me di cuenta de que tus contradicciones sólo me llevaban a que eras el primer hombre que conocía que no se despedía a la cara de alguien que le había regalado muchas noches y muchos desayunos, y que le dejaba una estúpida nota.

05 febrero, 2011

Y, entonces, llegó el verano.

http://entoncesllegoelverano.blogspot.com/