18 octubre, 2010

Noche de otoño.

Una farola parpadea en la calle, ilumina mi figura y dibuja la sombra a lo largo del camino. Ando sola, con la mano agarrando firme el corazón que arrasto. Ya ni él me quiere cerca. Ya ni los recuerdos disfrutan quedándose conmigo. Me duelen, al caminar, los huesos. Pesan, y están mojados. Porque está lloviendo. Voy pisando charcos con los pies descalzos, cansados del asfalto. La farola se ha apagado y continúo mi andar en la oscuridad, con la luna escondida y las estrellas perdidas. La llave que abre la puerta de mi casa no gira. La saco y la miro. Color amarillento, y anaranjado. Quizás está oxidada. Llamo. La puerta se abre. Chirría como mis ojos al despertar una mañana soleada. Me tiro en la cama. Otra cama vacía. Otro otoño con sábanas mojadas de tanto llorar.

03 octubre, 2010

You could be happy.

No voy a decirte qué hacer. Me he cansado de llevarte por el camino que me gusta. A partir de ahora, te toca volar solo. Te he enseñado muchas cosas, tantas como he aprendido de ti. Pero, aquí, en este punto de la carretera, nuestras almas se separan para echarse de menos todo lo que les queda por vivir. Hasta aquí he llegado para salvarte. No voy a hacerlo más. No voy a dejarte mis zapatos si se te rompen los tuyos. No vas a tener mi paraguas cada vez que llueva. No tendrás mis sábanas para dormir, ni mis brazos para llorar. No. Ésto se acabó. Ahora te toca a ti volar, volar alto, sin ninguna piedra en el bolsillo dictando lo que tienes que hacer. Vamos, vuela, pequeño. Yo confiaba en ti. Sabía que podías hacerlo. Ahora que tus alas se despliegan, yo no tengo nada que hacer, más que mirar como te mueves en esta gran selva que algunos todavía llaman mundo.

Tú, tu amor destrozado y yo.

Mi paciencia se agota a la velocidad del Jack de tu copa. Estoy cansada de discutir, y de meterme en la cama con alguien que ni siquiera puede aguantarme. Si tu mente no soporta mi tono de voz, mis contestaciones, mis estupideces, ¿qué haces aquí, echado en las mismas sábanas que yo? ¿Qué haces dándome cariño, caricias, besos, cuando la luz se apaga? Para mí, la oscuridad no cambia nada. Sé que estás sufriendo porque llevo la correa muy prieta, porque no paro de tirar de ti en todas las direcciones distintas en el menor tiempo posible. Comprendo que no quieras quedarte a mi lado si soy así, ni siquiera yo tendría las fuerzas para quedarme. Pero te pido, sí, te pido, que, si quieres irte, abandones ahora y no vayas dejando huellas por el camino, mientras me miras y me dices adiós, día tras día, con la expresión destrozada. Te pido que te des la vuelta y eches a andar. No te pido que te dé igual, no te pido que me olvides, no te pido que no sufras por mí cuando lo hagas. Sólo te ruego que no mires atrás, que no me observes mientras caigo al suelo y me destruyo con los restos destrozados de tu amor.

No. No. No. No.

No me llames. No intentes que vuelva. Déjame. No me cojas de la mano. No me agarres de la cintura al bailar. No me pidas bailar. No preguntes por qué estoy mal. No te intereses por mí. No me mires. No me quieras. No me eches de menos. No pienses en mí. No me envíes mensajes desesperados. No me digas que no puedes vivir sin mí. No te acerques. No te sientas culpable. No vengas a buscarme. No entres en mi casa. No. No. No. No hagas nada de lo que te pido.