03 octubre, 2010

Tú, tu amor destrozado y yo.

Mi paciencia se agota a la velocidad del Jack de tu copa. Estoy cansada de discutir, y de meterme en la cama con alguien que ni siquiera puede aguantarme. Si tu mente no soporta mi tono de voz, mis contestaciones, mis estupideces, ¿qué haces aquí, echado en las mismas sábanas que yo? ¿Qué haces dándome cariño, caricias, besos, cuando la luz se apaga? Para mí, la oscuridad no cambia nada. Sé que estás sufriendo porque llevo la correa muy prieta, porque no paro de tirar de ti en todas las direcciones distintas en el menor tiempo posible. Comprendo que no quieras quedarte a mi lado si soy así, ni siquiera yo tendría las fuerzas para quedarme. Pero te pido, sí, te pido, que, si quieres irte, abandones ahora y no vayas dejando huellas por el camino, mientras me miras y me dices adiós, día tras día, con la expresión destrozada. Te pido que te des la vuelta y eches a andar. No te pido que te dé igual, no te pido que me olvides, no te pido que no sufras por mí cuando lo hagas. Sólo te ruego que no mires atrás, que no me observes mientras caigo al suelo y me destruyo con los restos destrozados de tu amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario