30 enero, 2010

Estrellas.

La calle estaba vacía, oscura, sin vida. Las estrellas observaban curiosas mis pasos, yo, las devolvía la mirada, aguardando que alguna hablara, que me dijera hacia dónde tenía que dirigirme. Ninguna conversó conmigo nunca, seguía caminando, pensando en qué haría si tú ya no estuvieses. La respuesta estaba clara: esperar en silencio oír un latido de corazón parecido al tuyo, desear con todas mis fuerzas que no me hubieras dejado sola, abrazar mi cuerpo ansiando verlo recompuesto por la aterradora noche.

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