05 junio, 2010

Salta conmigo.

Encontraba esto innecesario, un trámite que se podía saltar, como pasamos aquella valla para correr por ese campo que se nos antojaba increíble, de un verde que todavía brillaba recién cortado, con el rocío sobre él. Todo una burda utopía, una ilusión, una estúpida idea metida en nuestra cabeza. Y únicamente porque tenía sabor a prohibición, a libertad. Nos descalzamos y nos metimos de lleno entre las margaritas que comenzaban su despertar. ¿Por qué no hacerlo otra vez? ¿Por qué no me das la mano y damos el paso juntos de nuevo, aunque sea un obstáculo más grande, en busca de lo que perdimos hace días en el mismo lugar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario