27 junio, 2010

Sácate una foto conmigo.

Cogí tu cara entre mis manos y te besé. Rocé aquellos labios que siempre sabían tan bien, que no tenían rastros de bosques ni de senderos, que tampoco sonaban como los lagos ni saltaban con las cascadas. Esa sonrisa, que se adivinaba mientras nos movíamos con la música, no tenía nada que ver con el país que nos rodeaba y sentía, que nos hacía volar por encima de sus paisajes impresionantes. Yo no podía dejar de mirarte, pero siempre estabas demasiado atrás y, por eso, perdía el hilo de la belleza de un lugar. Yo sólo quería sacarme fotos contigo y tú, tú nunca estabas allí.

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