20 junio, 2010

Canadá.

Era un lugar apacible, tranquilo y silencioso. Era un lago que no se movía con el viento, con árboles que se reflejaban en su agua cristalina, con el Sol brillando en cada insignificante parte de aquel sitio. Nunca me había sentido así. Era un sentimiento raro, mi cabeza me hacía pensar que, en realidad, aquella era mi casa, mi hogar. Lo curioso es que jamás había pisado ese lugar.
-Do you want to jump into the water? - me preguntó Amélie.
Su voz me distrajo y asenti rápidamente, por si la oferta se acababa en menos de tres segundos. El líquido caló todas las células de mi cuerpo y el frío me heló la sangre, pero fue una de las mejores experiencias de mi vida.

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