29 agosto, 2010

Soledad.

Tuve que irme a Canadá para darme cuenta de que estaba sola. Abandonada entre un montón de gente. Sé que se dice mucho éso de que la soledad se encuentra en el lugar con más personas del mundo, pero... Nunca lo había sentido de verdad, jamás había pensado en ello totalmente en serio. Ahora, no soy más que un medio para un fin, una asquerosa pieza más, traída desde el infinito y llena de polvo confinada al fondo de la estantería. ¿Debería asustarme? Y si es así, ¿por qué? ¿De qué serviría? Simplemente, me encontraría todavía peor, con menos utilidad y con más estupidez. ¿Qué pasa con el cielo nublado? Ni las nubes disfrutan de mi compañía ya. Joder, éso sí que es ser aburrida.

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