24 agosto, 2010

Recuerda que me odias y te odio.

-No te olvides de que me odias.
+No te preocupes.
-Es que, mañana, vienes y me das un beso, y todo se te pasa.
+No, no, no te voy a dar ningún beso mañana.
-Más te vale ni recordar mi número de teléfono.
+Vale. Ningún problema.
-¿Sabes qué? Que te odio.
+Yo también te odio, mi amor.
-Olvídame.
+No, no pienso olvidarte.
-¿Por qué no te pierdes?
+Porque me gusta cómo te enfadas.
-Ah, te parecerá bonita la vista, estúpido.
+Tan preciosa como tú.
-¿Vas a seguir así mucho tiempo?
+Sólo hasta que me dejes besarte.
-Entonces, ya puedes esperar sentado, porque vas a tener que esperar mucho tiempo.
+¿Sí?
-Sí.
+Bueno, siempre es agradable pasar tiempo contigo.
-(Le besa) Ahora, lárgate, que no te quiero ni ver.
+(Le agarra y le besa más fuerte) ¿Y quién ha dicho que yo quiera perderte de vista?

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