10 mayo, 2010

El mejor y el peor.

Hoy me he levantado deseando que volviese el invierno, y con él, las caricias de su mano en mi espalda desnuda. Puedo proclamar que he tenido muchos amores distintos, correspondidos, no correspondidos, platónicos, imposibles... Sin embargo, ninguno se compara a éste. Sin dudarlo, lo elegiría para pasar mi vida. Puede que haya sido por el que más he llorado, en el que más me he caído, y también desde el que más alta era la caída. Quizás ha sido el que más ha dolido aquí dentro, en mi pecho, ese que ha sufrido la amarga disolución en el líquido que llevan sus ojos indescriptibles. En conclusión, ha sido el peor para mi corazón, pero hay algo que me dice que sólo estoy intentando escapar de algo tan estúpidamente retorcido y banal, que huyo de la felicidad en sus brazos, cuando es fácil dejarse tirar por él, porque, en realidad, únicamente pienso que es el mejor que he tenido. Y, probablemente, estén en lo cierto porque, ¿cuántas veces he dicho que amaba sin sentir, realmente, lo que percibo ahora?

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