18 mayo, 2010

Caricias del viento.

Hoy miré mis manos, y estaban llenas de ti. No porque las hubiese pintado, ni porque te hubiese tocado. Simplemente, bajé la vista y vi que ningunos dedos encajarían tan perfectos como los tuyos. Noté cómo me observabas, a mi lado, sin rozarme pero intentándolo. Levanté la vista y estabás ahí, como predecía, con una sonrisa, como siempre, y con tus ojos nunca iguales, ni siquiera parecidos. Sonreí y me besaste. Para variar, dejé que tu beso durase más que un simple minuto, y permití que jugases conmigo, y que rieses, y que me dijeses cosas bonitas. Como ya dije una vez, un poco de cariño que se lleva el viento, no hace mal a nadie.

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