25 mayo, 2010

Caminos.

Recuerdo haberme sentido indecisa. Había tantos caminos, y tan perfectos. Al final, algo me hizo comprender que la carretera sería más segura que la selva, pero no tendría tanta emoción. Y que, si escogía el paseo por la playa, poseería todo el tiempo que quisiese para pensar, sin embargo, el laberinto activaría más mi mente inquieta. Antes de conseguir meterme en uno de ellos, medité, quizás demasiado. ¿Por qué no elegir la carretera que desemboca el laberinto? ¿Por qué despreciar la playa al terminar la selva? Decidí dejarme llevar por el primero que me agarrase la mano, me enamorase y me besase como nunca nadie lo había hecho. Gracias por cogerme en brazos cuando estaba a punto de caerme, rescatar mis dedos del vacío y decirme que me querías con esa voz tan suave que pones cuando me susurras palabras bonitas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario