14 febrero, 2010

Catorce de Febrero.

Y te preguntas por qué siempre se repite la misma historia. Se supone que aprendemos de los errores, que sabemos a dónde vamos y de dónde venimos. Hoy, catorce de Febrero, te has dado cuenta de que él ha caído en el hoyo en el que, la última vez, no salió muy bien parado, y también has descubierto que tienes la facilidad para sacarlo y perdonarlo de hace cinco meses. Promete una cosa, después hace otra. Cuánto duró la tranquilidad. No nos queda tiempo, y lo único que se nos ocurre es discutir, hablar de otros, soñar con encontrarnos en cualquier parte menos aquí. Estás cansada de luchar para acabar igual. No. Te dices bien alto que no volverás a ser una idiota que sepa callarse y tragar. Lo ves, te habla de las razones por las que querría morirse, lo abrazas y se acabó. Se terminó todo lo que pensabas que te dolía, lo que discutisteis. Otra vez, un final que se te antoja falso, irreal, una mentira.

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