21 septiembre, 2010

Tic, tac.

Puede decirse que hace mucho que no escribo, o que hace muy, muy poco. Los días han sido eternos, y cada hora parecía un siglo. Sé que es una estúpida hipérbole, que nadie podría hacer que su tiempo fuese tan largo. Muchos lo quieren para sí, ésto que yo estoy viviendo y que se llama un parón en el tiempo. La clave es precisamente el aburrimiento. Si estás terriblemente aburrido, tu vida será larga, larguísima. Si, por el contario, lo pasáis en grande, vuestros segundos correrán para llegar al final. La llave para abrir, pues, la semi-eternidad, es engañar al reloj y hacer todo lo posible para que él no piense que estáis, sinceramente, disfrutando ese momento.

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