03 septiembre, 2010

Culpa mía.

Es un sentimiento tan fuerte que ni se me ocurre describirlo. En cierto modo, yo me lo he buscado. Nadie ha venido y me ha pegado, o me ha dicho cosas que no me han gustado. Yo sola me he metido en esta especie de habitación sin puertas que, cada vez, se hace más pequeña. Estúpido miedo. Porque fue sólo éso. Miedo. Llegó un momento en el que me asusté tanto que... Únicamente encontré una salida. Puede que no sea la correcta, o que, quizás, sea la demasiado acertada. Ya me he cansado de pensar. Y de llorar. Me hace falta un poco de... Tiempo, para tomarme en serio ésto, para creerme que ya no estamos... Que... Ni tú estás ahí, ni yo estoy aquí. No para un nosotros. Mi cabeza juega mal, mi mente me ataca, hasta mis piernas me llevan la contraria. Y nunca había tenido sueños tan horribles y tan cortos. Estaba haciendo la matrícula y me hicieron pagar 1,12 euros. Me tragué el maldito nudo de la garganta y seguí finjiendo, entreteniéndome, poniendo sonrisas. Lo peor de todo ésto... Es que es mi culpa.

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