14 noviembre, 2010

Noche cerrada.

Removí entre mis dedos aquellas llaves. La noche era bien cerrada y llovía. No había estrellas y hacía frío. Un frío aterrador. Mi boca expulsaba aliento y, con él, sin querer, el calor. Mis huesos me llamaban a caer al suelo. No quería volver a casa. Allí estabas tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario