05 noviembre, 2010

Maldito dolor.

Me encanta ver cómo el corazón intenta mantener las manos ocupadas en alguna acción, guardando la paciencia que no posee, haciéndose sangrar para que el dolor del alma se sofoque ante uno mayor. Sin embargo, un simple corte en el dedo índice no sirve, y las lágrimas salen del cuerpo con aire desbocado, con prisa por llegar al tobogán de la mejilla sonrosada del que, tiempo atrás, lloró de alegría. Ese llanto ya no sabe dulce, sino amargo, salado, excesivamente triste. El pulmón se remueve en su estrecha cavidad con exagerada agitación, como si intentase el ahogo de la torpe grieta que se abre paso en el pecho y que se extiende. Ah, maldito dolor.

1 comentario:

  1. El llanto es una estación clausurada
    conmigo dentro.
    El llanto es la noche que no acaba,
    cubículo donde modulo mi queja,
    desolación que me rodea,
    claustro único.

    El llanto es el impuesto
    que mis ojos pagan
    por los sueños sancionados.

    Llanto,
    héroe discapacitado,
    vehículo de mi fatiga,
    diluvio sin Mesías.

    Mi llanto soy yo que desvanezco.


    anuar iván.

    ResponderEliminar