14 noviembre, 2010

Escribe mientras tengas tinta.

Prometí escribir día a día y, cada semana que pasa, me cuesta más seguir con la rutina. Se me terminan los temas y empieza la monotonía en mis cartas. Mis argumentos desaparecen detrás de una fina nube de tachones de bolígrafo cansado. Mi vida es aburrida y así lo reflejan mis palabras sin sentido. Están sucias, borrosas, gastadas por el uso. No quieren salir de mi mente vaga y estúpida. Mi memoria se destruye a velocidad insospechada y mis dedos no reciben órdenes ya, sólo me piden que pare, que me quede quieta, que no piense. Ni siquiera la música saca lo que hay dentro de mí. Nada queda de aquellos días en los que mis manos estaban ansiosas por coger un lápiz y ponerse a escribir, redactar cualquier cosa, incluso un relato poco coordinado. Las flores de mi corazón se agotan como las ideas en mi cabeza. Lo que más me fastidia es que no puedo hacer nada para evitarlo. Nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario