20 marzo, 2011

Mi paraiso en la ventana.

Las gotas resbalaban por la ventana mientras yo me acercaba a ella. Me quedé mirando el exterior rodeado de un halo triste y siniestro; pero no más tormentoso que la casa donde yo me encontraba. Mi aliento empañó el cristal y, cuando me di cuenta, comencé a dibujar. Primero, un sol. Después, un árbol. Un árbol muy grande, con miles de hojas. Más tarde, tracé la hierba, el césped verde, con unas cuantas motas que representaban flores de colores que sólo existían en los sueños. La lluvia continuaba cayendo; sin embargo, yo ya estaba lejos, en un lugar feliz en el que no tenía que preocuparme por las tormentas.

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