07 marzo, 2011

La noche en la que me enamoré de ti.

Abrí los ojos. La luz del sol entraba por la ventana, iluminando el cuarto desordenado, dando a ese suelo cubierto de cosas cierto encanto. Suspiré y te moviste. Rozaste, con tus dedos, mi espalda desnuda y recordé entonces cómo habíamos acabado en mi casa, en mi habitación, en mi cama. Me besaste el hombro. Por un momento, olvidé todo lo que había pasado y las ganas que tenía de mirar la hora. Estaba segura de que era muy, muy pronto, pero me daba... Sentí tu pecho contra mi piel, y tus brazos rodeándome. Acerqué mi mano a la tuya y, al saberme despierta, me incitaste a darme la vuelta. Cuando me giré, tu aliento ya estaba allí, esperándome. Miré tu boca, y tú observaste la mía. Sonreí. Sonreiste.
-Te quiero -dijiste mientras posabas tu frente en la mía-. No podría vivir sin ti.
Aquella noche me lo habías repetido tantas veces que se me había pasado completamente contestarte a alguna de ellas. Aquella fue la noche en la que me enamoré de ti.

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