04 octubre, 2011

La vida, qué buena maestra.

Si algo me ha enseñado la vida es que los espejos mienten tan bien como los hombres y que los hombres son, al menos, igual de irresistibles que los diamantes. También me ha hecho darme cuenta de que un diamante te puede durar en la mano lo mismo que una moneda de cinco céntimos, y que, una insignificante moneda de cinco céntimos puede causar asfixia por atragantamiento, que no se debe confundir con el revoloteo de las mariposas que hace volar el amor. Por último y no, por ello, menos importante, he de decir que este frío mundo me ha mostrado el amor tal y como es: imperfecto, real, instantáneo. Un amor que engaña, al que no te puedes resistir y que se esfuma tan rápido que ni siquiera te da tiempo a llegar a la tienda de golosinas más cercana para comprarte un chicle sin azúcar.

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