14 mayo, 2011

Soñar con el verano

Tenía arena pegada por todo el cuerpo, pero me daba igual. Por fin había llegado el olor a playa, el sabor a verano. Llevaba deseando ese momento desde hacía algunos meses, pero nunca lo había imaginado de ese modo. En realidad, había prohibido a mi mente pensar en ello, pues lo que se espera con ansiedad, siempre llega más tarde. Me incorporé. Estaba sola. Supuse que era por la hora y, sin preocuparme, dirigí mis pasos hacia el agua. No me importaba lo más mínimo encontrarme en soledad; es más, quería pasar esos minutos a solas. Sólo me hacía falta una persona. Tomé por improbable que apareciese, pues estaba a seis mil kilómetros de mí, aún cuando nuestros corazones se habían quedado a mitad de camino, en medio del inmenso océano, a su partida. El mar rozó los dedos de mis pies. Una lágrima resbaló por mi sonrisa llena de recuerdos y fue a parar a mi almohada. Era horrible soñar con el verano.

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