27 enero, 2010
No puedes volver.
Parece tan fácil huir, salir corriendo. Dejarlo todo atrás sería lo correcto, ¿verdad? Pero en la práctica es más complicado aplicar la fórmula. Sí, no vas a mentir, has pensado demasiadas veces en abrir la puerta y largarte. Y luego, ¿qué? No te queda nada cuando abandonas, estás solo. ¿Así quieres seguir adelante? Formarás una vida nueva, con un nombre ridículo y amigos imaginarios que nunca podrán hacerte daño. Serás infinitamente feliz. Sin embargo, cuando llegues a la cama por la noche y sólo la almohada te conteste a los abrazos, comprenderás que no lograste alcanzar lo que deseabas. Que te equivocaste y que ya no podrás volver.
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