09 enero, 2010
Impaciente
Miró el reloj, ya faltaba menos para verle. Estaba impaciente. No hacía tanto que no se veían pero las ganas de descubrir una nueva arruga en su cara la superaban. ¿Y qué si se encontraba así de feliz porque, por fin, iba a poder felicitarle un año nuevo totalmente distinto? Ya no habría más años como éste porque, con él, cada día es distinto. Cada segundo merece la pena.
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