Era increíble como, después de dos meses, seguía temblando al oír un simple "te quiero" que viniera de su boca, aquella que tanto le gustaba. Con mil y una sonrisas, pero sólo una para ella. También era sorprendente como podía pasarse horas y horas mirándolo, aunque supiera que no iba a crecer en dos milésimas de segundo. Pero tenía miedo, miedo a que, si apartaba la vista, su sueño se esfumara.
09 enero, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario