23 abril, 2010
¿De qué tienes miedo?
Estaba con la cabeza bien alta tan cerca de ti que casi podía tocarte. Me faltaba el aire y me dolía todo. Me temblaban las piernas y me deshacía poco a poco en mi miseria personal. Me sentía horrible. Ojalá me hubiesen cortado la cabeza en ese momento para no estar imaginando cosas que no pasarían, como soñar con que me rozabas la mano. ¿No querías hablar? ¿No tenías algo importante que decirme? Me has tenido tres veces, sí, contadas con los dedos, y no has sido capaz de dirigirme la palabra. ¿De qué tienes miedo? Porque yo ya no lo tengo. No tengo nada que perder aquí porque, haga lo que haga, no voy a ganar.
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