18 marzo, 2010
Cambio.
Y tú, ¿tú que haces? Quedarte quieto a cuatro pasos de mí, mirarme en silencio esperando a algo que he dejado de preguntarme que es. Hoy parecerás cansado, mañana de mal humor y pasado, quizás, te dará por levantarte con el gran y optimista pie derecho. Siempre, las veinticuatro horas que tiene un día, tienes en tu boca las vacaciones, incluso cuando ya estás dentro de ellas. Nada se te antoja lo suficientemente interesante para alzar la vista y fijarte en ello, así que me he permitido abandonarme a una vida sin maquillaje ni ropa ostentosa que dé a tu estúpida cabeza una vuelta y media y te haga desear imaginar. ¿Para qué? Ya me tienes más que imaginada. Es... Extraño y divertido. Puede que las cosas no hayan cambiado en absoluto, que todo sea exactamente lo mismo, no lo descarto. Sigues oliendo del mismo modo que hace meses y, por supuesto, tus labios continúan tan agradables como la primera vez que los rocé. Sin embargo, nosotros no significamos lo que éramos al principio. Dime, ¿sigues pensando que duraremos para siempre?
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