23 febrero, 2010
Frío que se cala en los huesos.
Es esa sensación de frío que te cala los huesos y te desgarra las entrañas, que te quita el aliento y no te deja mover las piernas ni siquiera para desentumecerlas. Te clava en el suelo como si tuvieses raíces y no te permite volar tan alto como antes lo hacías. Te hace darte cuenta de que, quzás, deberías haberte enamorado un poco menos. El problema es que no supiste demostrarlo tanto como te pedían. Aunque tú tenías muchísimo más, parecía que dabas la mitad de lo que te entregaban. Te encerrabas en ti mismo, pensando que, así, no te harían daño, no volverías a tener aquel sentimiento de estar completamente abandonado a las manos de la cama, sin poder dormir ni comer. Ya sin fuerzas para levantarte. Sin embargo, ha sido peor que la anterior, ¿verdad? Es una sensación de pérdida, vacío y desamor. A la otra ya la tenías demasiado perdida, por eso no te dolió tanto.
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...y aparece el maldito "ya para que"...
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